EL FRACASO LITERARIO
POR ELIANA MARGARITA ZULUAGA DUQUE
Enfrentarse a la difícil tarea de escribir, es una de las grandes inspiraciones a la hora de hacer este texto, que pretende expresar un acontecimiento tan desafortunado como lo es el planteado en el maravilloso libro Bartleby y compañía, de Enrique Villa-Matas, quien parece haber quedado atrapado por una nueva literatura que consiste en escribir sobre ella misma; entre sus libros se puede encontrar Historia abreviada de la literatura portátil, que es algo familiar a Bartleby y compañía. Al observar los pensamientos de este escritor se puede deducir que es un gran lector y conocedor de aquellos que se han hecho merecedores de un lugar importante en la escritura. El poco conocimiento sobre este tipo de textos, es un gran impulsador que le permite a mi osadía ir más allá, a recurrir a fuentes como la internet para agrandar los saberes sobre aquello que pretendo expresar; invadida por tantas dudas que genera la lectura de este texto.
El legendario Villa-Matas es un autor reconocido por su peculiar forma de escribir; de él se puede decir, que no se inscribe como muchos en un género particular, de hecho podría acreditarle a tal caso su gran reconocimiento. En una novela como Bartleby y compañía que catalogarla así puede ser considerado un error, por su grandiosa mezcla entre ensayo y novela, Villa-Matas presente a su modo de ver algo familiar a estos tiempos y que según lo visto, no es tan reciente: la literatura del no, cuyos protagonistas son los catalogados Bartlebys acosados por “aquella pulsión negativa o atracción por la nada que hace que ciertos creadores, aun teniendo una conciencia literaria muy exigente (o quizá precisamente por eso), no lleguen a escribir nunca; o bien, escriban uno o dos libros y luego renuncien a la escritura; o, tras poner en marcha sin problemas una obra en progreso, quedan, un día, literalmente paralizados para siempre”.(Bartleby y compañía, p.3) Pero la mejor parte de la biografía de un escritor no es la crónica de sus aventuras, sino la historia de su estilo.
En su libro menciona: escritores que optan por no escribir más, ya que han quedado absorbidos por una fuerza negativa, que no les permite seguir expresándose como lo venían haciendo. Villa-Matas Va de personaje en personaje describiendo en pequeños reglones las razones del por qué han decidido callar, buscando en estas razones una la explicación a tan desafortunado suceso, que le arrebata a todos la posibilidad de seguir disfrutando de tan apreciados letras. También aquellas personas que nunca han publicado libr€os y que mueren dejando una enorme curiosidad sobre lo que le hubiesen podido aportar a la literatura.
“Hay tantos Bartlebys como formas de abandonar la literatura, y no existe una unidad de conjunto y ni tan siquiera es sencillo dar una frase que pudiera crear el espejismo de que he llegado al fondo de la verdad que se esconde detrás del mal endémico, de la pulsión negativa que paraliza las mejores mentes. Sólo sé que para expresar ese drama navego muy bien en lo fragmentario y en el hallazgo casual o en el recuerdo repentino de los libros, vida, textos o simplemente frases sueltas que van ampliando las dimensiones del laberinto sin centro”. (Bartleby y compañía, p. 61)
El fracaso es más que el no ser nada, para ser un fracasado es necesario poder ser alguien o al menos haberlo intentado, cuando un escritor cae en el abismo y sus palabras en vez de ayudarlo le frenan, por miedo a ser un fracasado decide alejarse con la cabeza en alto; dando razones que quizás no han superado la validez ni para él. El principal miedo de un escritor es enfrentarse al mutismo, porque de este no puede salir sin antes dar la batalla, las causas de que muchos escritores hayan decidido renunciar a serlo son diversas y contradictorias; la hora de escribir es el momento más difícil para un escritor, un sinnúmero de ideas parlotean en su cabeza y aquel afán por cristalizarlas en un papel, pueden llevar al autor a caer en el síndrome del Bartlebysmo.
Un escritor famoso al quedar atrapado por el síndrome de Bartleby se enfrenta a los medios de comunicación, sobra decir que la escritura más que un acto de expresión se ha convertido en una profesión y muchos escritores han sujetado sus carreras con la fama obtenida por algunas de sus obras, la tensión que deben sentir cuando aquellos medios los reclaman es la culpable de que ante la posibilidad de una retirada menos penosa, den razones un poco descabelladas, y al final son esos medios los encargados de convertir a estas personas en fracasados, dejando a un lado esos meritos que algunas alcanzaron.
En este escrito se presenta las posibles causas de que un autor caiga en el fracaso, a partir del libro “Bartleby y compañía”. Se expone la idea central, algunos temas necesarios para la comprensión de dicha idea con base en lo que se puede interpretar del libro:
¿Por qué no escriben?
La pregunta más común a la que se enfrentan los escritores es por qué escriben, una pregunta de esta magnitud tiene la capacidad de bloquear al escritor más excepcional y de esta solo se podrían encontrar respuestas guiadas por el humor que tienen dichos autores, basta con observar la vida que llevan estos autores, para encontrar en ellos una real vocación, pero la vocación no se salva de la rutina y la gran mayoría de los escritores reconocidos han optado por escribir como profesión; como toda profesión esta requiere de intensidad, calidad y regularidad, no se puede negar que el dinero es un impulsador para los escritores, muchos cobran según el número de caracteres, al igual que la inspiración, el por qué escriben es muy variado; pues todos los escritores encuentran en la escritura distintas cosas; quizás la pregunta más adecuada para un escritor, es por qué no escribe? cuando este sea el caso. Algunos escritores dejan repentinamente su oficio, los ataca aquel mal endémico de la literatura del no, al enfrentarlos a esta pregunta se obtienen explicación un tanto ciertas como la que dio Juan Rulfo, al ser preguntado “Pues porque se me murió el tío Celerino, que era el que me contaba las historias” (Bartleby y compañía, p.5).
Es cuestionable la realidad del asunto, ¿Qué es aquello que les ha hecho perder su vocación?, ¿Qué motivos los llevan a tal silencio? A lo largo de Bartleby y compañía, muchos autores enfrentan esta pregunta incluso sin darse cuenta, se observa en algunos unas ganas impresionantes, frenadas por problemas como las drogas; estas apartan de lo real y absorben en un mundo de alucinaciones, otros a pesar de considerar la escritura un arte contrario al silencio, no pueden o no encuentran la forma de sacar a la luz sus obras. Cuándo un escritor percibe que no puede añadir algo nuevo, si es honesto a sí mismo se retira del mundo literario.
¿Para qué se escribe?
“escribir es corregir la vida, es la única cosa que nos protege de las heridas y los golpes que da la vida.”
Un escritor tiene su propia razón para escribir, se escribe: para agradar a un público, para expresar lo que se siente o para generar controversia. Los géneros literarios resaltan los objetivos que se buscan al escribir, no es igual que un poeta logre capturar la atención del público expresando lo siente, a que un autor controversial que busque generar polémica la capture, definitivamente ambos tienen su público y pueden ser famosos en la misma cantidad a pesar de no pertenecer al mismo campo. Con lo anterior podría considerarse él “para” un asunto irrelevante ya que en un mundo tan grande donde todos los pensamientos están divididos hay espacio para todos.
El hecho de que en el mundo unas personas sobresalgan literalmente más que otras, que haya escritores buenos o malos, le da validez a la frase de Jean De La Bruyere: “La gloria o el mérito de ciertos hombres consiste en escribir bien; el de otros consiste en no escribir”; no es posible definir la escritura como un acto innato al igual que el habla, como lo suelen hacer muchas personas, quienes le atribuyen a la pereza el no escribir.
Hablar del fracaso literario es una idea surgida después de leer Bartleby y compañía, existen personas destinadas a triunfar en la escritura, personas capaces de transmitir mil emociones a través de sus obras; pero también existen personas incapaces de crear y transmitir; hay muchas causas que explican esa capacidad o incapacidad: el miedo al fracaso, la vanidad, la falta de confianza o incluso el poco conocimiento que se tiene. Si algo es imposible de negar es que para escribir necesitamos conocimiento, dicho conocimiento puede ser hallado en la lectura. Siendo así inmediatamente se comprendería que no somos escritores porque ni siquiera tenemos interés por la lectura.
La lectura no ha sido tomada como una pasión para todos, la mayoría de personas leen por obligación y no encuentran en esta el provecho que podrían encontrar, cuando un escritor desea generar goce puede encontrar en este deseo una limitación generada por aquella duda: qué será lo que esperan o lo que los demás quieren leer?
Tom Wolfe, expresa que para triunfar en el mundo literario hay que “Escribir de manera clara, ponérselo fácil al lector, atrapando su atención y aderezando la historia con las consabidas dosis de lujo, fama, poder, codicia, sexo, pasiones, y todo lo que la gente quiere y no puede tener. ¡Ah! Y los finales felices son absolutamente obligatorios”.
Wittgenstein dijo: “De lo que no se puede hablar, hay que callar” (Bartleby y compañía, p.58)
La frase de Ludwig Wittgenstein tiene un lugar en los escritores del no, el decía: que al mencionarla se daba silencio, en definitiva la anterior frase indica que para callarse hay, que hablar. Es necesario haber sido alguien, haber desarrollado un nivel intelectual para llegar a ser un fracasado, un ejemplo que representa al mundo literario podría ser, un bombillo quien a pesar de ser importante por el beneficio que genera, al caerse pierde todo su lucidez y pasa a ser un fracaso. Para escribir es necesario tener conocimiento acerca de lo que se pretende transmitir, es indispensable para el autor tener un amplio entendimiento relacionado con lo que le compete; por más que un escritor pretenda agradar, no es posible que logre su objetivo porque cada lector es diferente y anda buscando algo particular.
“Aquí acaban las palabras, aquí finaliza el mundo que conozco” (Bartleby y compañía)
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